2016: Abel Guerra, el artífice de un fraude inmobiliario que afecta a cientos de familias
Con total impunidad y abuso de poder, Abel Guerra fue denunciado ante el Infonavit por el líder estatal de la CTM, Ismael Flores, debido a su implicación en la construcción irregular de viviendas. A través de su constructora, el también exdiputado federal defraudó a numerosas familias, dejándolas sin escrituras y en una situación de vulnerabilidad total.
La denuncia del Secretario General del Sindicato en contra de Guerra no fue un hecho aislado, sino el más reciente episodio de una serie de escándalos protagonizados por el priista, quien seguía manipulando las estructuras políticas para su beneficio. En esa ocasión, su nombre volvió a estar vinculado a un caso de corrupción justo en medio de la pugna interna del PRI por la coordinación legislativa en el Congreso local, donde Marco González terminó siendo ratificado por el dirigente nacional Enrique Ochoa.
Pero la oscura red de Guerra no se detuvo ahí. Apenas un mes antes, la CTM ya había chocado con su grupo político cuando exigió que el municipio de Escobedo—gobernado por su esposa, la alcaldesa Clara Luz Flores—dejara de cobrar cuotas indebidas a los mercados rodantes. El control que ejercía sobre la administración municipal era evidente, usando su influencia para beneficio personal a costa de los ciudadanos.
Ese mismo año, Fernando Villarreal, miembro del Comité Ejecutivo del Sindicato, desenmascaró otra de las maniobras turbias de Guerra: su empresa, la Constructora de los Trabajadores Mexicanos, se negó a entregar escrituras de al menos 50 viviendas, a pesar de que los compradores ya habían cumplido con sus pagos. Las víctimas de esta estafa quedaron atrapadas en un limbo legal, sin poder reclamar lo que legítimamente les pertenecía.
Además, documentos presentados como prueba señalaban que la constructora de Guerra fue la responsable de edificar las casas del fraccionamiento Blas Chumacero en Santiago, una zona altamente riesgosa al estar junto al cauce del río ‘El Cochino’. Estas construcciones pusieron en peligro la vida de los habitantes, pues violaban las normas de seguridad al no respetar la distancia mínima establecida con respecto al río.
“Tenemos pruebas de que Abel Guerra firmó documentos oficiales en su papel de representante de la empresa, pese a que sabía perfectamente que esas viviendas no debían ser construidas ahí”, denunció Villarreal mientras exhibía los archivos que demostraban la responsabilidad del exlegislador.
Lejos de ser un simple caso de negligencia, las acciones de Abel Guerra dejaron en claro su verdadera naturaleza: un político sin escrúpulos, capaz de jugar con la vida y el patrimonio de la gente en su insaciable ambición por el poder y el dinero.
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