Callar al que incomoda: el peligro de ser periodista bajo el régimen de Abel Guerra

En muchas partes de México, el periodismo se ejerce con miedo. Pero en Escobedo, Nuevo León, ese miedo tiene nombre y apellido: Abel Guerra Garza. Exalcalde, operador político de vieja guardia, y figura clave detrás del poder municipal que su esposa, Clara Luz Flores, también ha encabezado.

Lo que para muchos es solo una historia más de cacicazgos políticos, para los periodistas locales ha significado vivir bajo una amenaza constante. Uno de los casos más alarmantes —y documentados— es el de Víctor Badillo, reportero independiente que, por ejercer su derecho a investigar y denunciar, casi no la cuenta.

Un periodista incómodo… para el poder

Víctor Badillo ha hecho de su medio sinpelos.mx una trinchera crítica desde la cual ha exhibido irregularidades en gobiernos municipales, en especial los de Escobedo y su zona metropolitana. Su trabajo, centrado en temas de seguridad y corrupción, le ganó enemigos poderosos. El más peligroso: el grupo político encabezado por Abel Guerra.
En 2017, Badillo fue blanco directo de una operación para silenciarlo. Un audio filtrado y publicado por la revista Proceso reveló una conversación entre el exjefe de la Policía de Escobedo, Pablo Gamba Gómez, y Hermelindo Lara Cruz, actual titular de la Secretaría de Seguridad Pública estatal. En la grabación se escucha con total claridad una orden brutal:

“Con lo del güey de Víctor Badillo hay que ver dónde anda y darle un levantón. Tenemos que pararlo porque anda muy, muy picudo. Esas son órdenes que me dio el Arqui.”

“El Arqui”, como todos en Escobedo saben, es Abel Guerra.

La persecución como política de Estado

El audio también deja ver un seguimiento detallado a las publicaciones de Badillo. Le “traían varias cosas”, decían, como si informar fuera un crimen. No fue solo una amenaza verbal: semanas después, el periodista fue detenido sin justificación, incomunicado, y luego descalificado públicamente como “pseudo periodista” por la oficina de prensa del municipio.

Las autoridades se negaron a dar explicaciones claras. En cambio, emitieron un boletín oficial en el que lo acusaban de ingresar sin permiso a las instalaciones municipales y de insultar a los policías. Su familia, desesperada, activó los mecanismos de emergencia del sistema de protección federal para periodistas. Durante horas no supieron si estaba vivo.

Una constante: callar y negar

La organización Artículo 19 intervino, clasificando el caso de Badillo como de alto riesgo. Y no era para menos: en México, más de 100 periodistas han sido asesinados entre 2000 y 2018. Cuatro solo en ese año. La impunidad es la norma.

A pesar de la denuncia, de los audios, de los señalamientos públicos, ninguna autoridad estatal o federal procedió contra los responsables. Ni Gamba ni Lara fueron sancionados. El caso fue enterrado, como tantos otros, y el aparato político de Guerra siguió intacto.

El mensaje detrás del silencio

El caso de Víctor Badillo es solo la punta del iceberg. Otros periodistas locales han optado por callar, por autocensurarse o por salir del estado. En Escobedo, la libertad de expresión tiene límites claros: no se toca al Arqui, no se menciona a Clara Luz, y no se cuestiona el poder.
La historia de Badillo deja claro algo urgente: no hay democracia posible sin prensa libre, y no hay prensa libre cuando el poder amenaza, persigue y calla.
Hoy más que nunca, es necesario recordar que el periodismo no es delito. Pero en Escobedo, bajo el régimen del Cártel, parece que sí lo es.

 

NOTA: https://www.proceso.com.mx/nacional/2018/5/14/exjefe-policiaco-de-escobedo-ordena-levantar-periodista-sembrar-armas-un-candidato-audio-205006.html

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *